lunes, 8 de octubre de 2012

Destino en sentido psicológico.


No me gusta creer en el destino. Me gusta más bien pensar que son nuestras decisiones y acciones que nos llevan a donde nos encontramos. Las cosas que nos suceden y que no están bajo nuestro control pienso que son simplemente consecuencia de la vida y la existencia, pues no somos los únicos existiendo.

Luego de tener una clase de psicología llegué a la conclusión de que todos tenemos un 'destino en sentido psicológico' pues muchas veces nos suceden cosas que creemos están fuera de nuestro control pero que en realidad somos nosotros mismos quienes las provocamos. A Freud le gusta llamar a estos acontecimientos aparentemente casuales con el nombre de "lapsus". ¡Es muy interesante! Yo ya me he atrapado a mí misma dándome cuenta de que mis errores sí tienen una razón de ser (más adelante escribo una anécdota/ejemplo).

Freud dice que esos "lapsus" suceden cuando cometemos un error en la escritura o en la lectura o sea, cuando nos equivocamos y escribimos algo que pensábamos pero que no queríamos escribir realmente o cuando confundimos una palabra que leemos por otra que estaba en nuestra mente; "lapsus" también es cuando tiramos cosas 'por accidente' o vemos algo que no era, pero que parecía otra cosa. Según esta teoría todo esto sucede cuando nuestros pensamientos son más intensos que las acciones que llevamos a cabo.

¿No les ha pasado que están pensando una palabra mientras escriben y, cuando deberían escribir una cosa, terminan escribiendo la palabra que pensaban? ¿O que dicen el nombre de alguien en quien pensaban cuando estaban por decir el de alguien más?

El "destino en sentido psicológico" es el que se forma con los sucesos que parecen casualidad, con los "lapsus", pero que en realidad son acciones que nuestra mente realiza para satisfacer nuestros deseos internos; es decir, que nuestro inconsciente inventa un destino, quiere una historia feliz.


Anécdota/Ejemplo:
Normalmente, en el café donde que trabajo, la persona a cargo de la preparación de las bebidas (yo) prepara las cosas dándole la espalda al cliente con tal de no sentir su mirada, presionarse y cometer errores (¡funciona!). Un día, recuerdo que justo antes de comenzar a preparar un cappuccino le dije a la chava que lo había ordenado que podía esperar en uno de los sillones y que yo le llamaría cuando terminara de preparar su bebida. Obviamente lo dije con la intención de trabajar más tranquila y no cometer errores pues la preparación de un cappuccino es muy compleja (no, la verdad no pero sí tiene su chiste). La chava me miró muy feo y me dio un seco 'no', yo sólo dije 'ok'. Me sucedió por primera vez que tiré dos veces la leche su cappuccino. Al final terminé con algo medio-decente para entregarle y más tarde, razonando un poquito, me di cuenta de que mi mente, mi inconsciente, lo que quería era no satisfacer a la groserita y vengarme de cierto modo pues ella no me dejó hacer mi trabajo cómodamente a pesar de que fui muy amable.


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